A menudo se afirma que la economía estadounidense es un modelo a seguir por la “vieja y desnortada” Europa.
Ya antes del estallido de la crisis este era un mantra muy utilizado en los círculos académicos, mediáticos y políticos. Lejos de evaluar las ventajas e inconvenientes de las economías situadas a ambos lados del atlántico, quienes argumentaban en estos términos pretendían justificar la necesidad de implementar en Europa las políticas neoliberales que en su opinión tan buenos resultados daban en Estados Unidos; muy especialmente las que apuntaban al mercado de trabajo, exigiendo su desregulación (flexibilización, utilizando un eufemismo muy recurrente). Sigue leyendo